viernes, 3 de febrero de 2012

CUESTIÓN DE PRIORIDADES.

Dada la buena situación económica, por la que atraviesa España, así como la escasez de mano de obra para contratar. El señor Rajoy y toda su farándula, han decidido reinsertar a los asesinos de ETA, aunque eso sí, sólo a aquellos que se arrepientan y pidan perdón a sus víctimas.
Así pues, si llega Iñaki a casa desde la cárcel de Cádiz, y previo aviso, visita a la señora Edurne en la catedral de Bilbao, donde ésta previamente se ha instalado en un confesionario, y comienza a confesar al asesino de su hijo:
¡Ave María Purísima!
Sin pecado concebida.
¿Cuánto tiempo hace, hijo mío, qué no te has confesado?
¡Anda la hostia, y yo qué sé!
Bueno, bueno… dejemos esto y pelillos a la mar.
Confiesa tus pecados.
Pues verá, señora Edurne, me acuso de haber matado por la espalda y de un tiro en la nuca a su hijo Joseba.
¡Vaya por Dios! Y qué más hijo…
Bueno, y a diecisiete más, pero esos no cuentan por no saberlo ni los jueces.
¡Vaya, vaya, vaya…!
¿Y, estás arrepentido, mi querido Iñaki?
¡Ay qué joderse, señora Edurne, si no, no estaría aquí!
Lo entiendo hijo.
¿Y piensas abandonar las armas y a ETA?
Bueno, de eso no me han dicho nada. Yo solo he venido para arrepentirme de la muerte de su hijo, señora Edurne.
Del asesinato de mi hijo, no de la muerte, y no lo olvides Iñaki…, del asesinato.
¡Anda la hostia, si empezamos con semánticas me marcho!
No seas así Iñaki, sé paciente y alcanzarás tu recompensa y tu paz eterna.
¡Eso, si qué suena bien, se nota que es usted muy buena!
Ahora, vas ahí al banco y de rodillas realizas un acto de contrición entero y luego recibes la comunión.
¿Y, ya está?
No, mi querido Iñaki, luego vuelves aquí para que yo te absuelva de todos tus pecados.
¡Ay, qué joderse, tampoco son tantos!
Lo sé hijo mío, lo sé…
Tomado el santo Cuerpo de Cristo, Iñaki vuelve al confesionario, por el camino iba pensando: En cuánto acabe con la viejecita, me voy a Plencia para tomar un chuletón de un kilo y una botella de vino Vega Sicilia y fumarme un puro Montecristo del número uno.
Se arrodilló en el confesionario.
¡Ave María Purísima!
Sin pecado concebida.
Ya te has arrepentido de todos los pecados, querido Iñaki.
¡Anda la hostia, y de los venideros…!
Entonces, mi esperado Iñaki, ego te absolvo a peccatis tuis…, bang, bang, bang, bang ahora ya podemos descansar en paz los tres:
Mi hijo Joseba, tú y sobre todo yo.
¡Qué te jodan a ti y a los políticos que piensen en reinserciones y libertad para los asesinos! Amén.
Y, la señora Edurne, se santiguó y salió a pasear por Bilbao satisfecha de haber realizado una buena obra para toda la sociedad española.
José Pardo Ferrer.

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