lunes, 20 de febrero de 2012

¡Pobre Valencia!


La Comunidad Valenciana, o escuetamente Valencia en la que circunscribo a Castellón y Alicante, siempre ha sido ninguneada y menospreciada desde la entrada aciaga en Castilla del primer Borbón, Felipe V, de triste y fatídica remembranza.
Entre mis muchas anécdotas, a través de mis viajes y verme involucrado en cenas, bodas o comidas de cierta alcurnia o boato, no olvido la siguiente:
Cierta noche, al principio de la Democracia en España me encontraba en Madrid, en cierto ambiente visiblemente alejado del mío. Pero, allí estaba yo como invitado por el anfitrión, rodeado por personas muy ajenas y alejadas de mis ancestros.
Una señora, muy refinada, con su copa de bebida en una mano, me preguntó de dónde era y cuál era mi nombre. Ante mi sencilla respuesta para ambas preguntas, me dijo muy ceremoniosa que, un servidor era de una Comunidad que siempre sería el culo de España.
Dado el lugar y las circunstancias, le sonreí y le dije:
¿Y, usted de dónde es?
De Madrid, me contestó con gran orgullo y plena de satisfacción.
Comprendo, ¿y no visita nunca mi depauperada tierra?
¡Oh sí, en Jávea poseo un apartamento! Y me escapo casi todos los fines de semana. Aquella tierra es una delicia. Su mar, su gente acogedora, los arroces, el clima, sus playas, su luz...
Me alegro de que sea bien recibida, de hecho, llevamos miles de años recibiendo a toda clase de personas, para que al fin, se queden entre nosotros y beban en nuestro pozo multicultural. ¡Así, es el culo de España, mi querida señora, perdone...! Y me fui con mi copa hacia otros lares del salón.
Pero, me jodió mucho. De hecho, me hubiese gustado mandarla al segundo superlativo de lejos que utilizamos en valenciano, pero, hubiese sido ponerme a su altura. Nunca me ha gustado faltar el respeto a las señoras y mucho menos a las posibles damas o madamas.
Bien, el caso es que aquella extraña o advenediza, poseía toda la razón del mundo, y por eso me jodió mucho más. Si me lo dice mi vecino valenciano, le doy la razón, discutimos y hablamos un espacio determinado de tiempo de modo atropellado, y tan amigos, pero una foránea no me gusta que me lo recuerde con esa crudeza.
Ahora, aunque de un modo merecido, centramos toda la atención de la decadencia moral y económica en España e incluso en extranjero. ¡Cosas que pasan!
Y, hasta los mismos que han ensalzado nuestra tierra por su devoción con el PP, nos dan la espalda y nos crucifican. Como ejemplo, basta citar a la ministra de Fomento, Ana Pastor Julián.
Esta señora o señorita, de la provincia de Zamora, es licenciada en Medicina y Cirugía, y funcionaria del Cuerpo Superior de salud Pública y Administración Sanitaria, entre muchos cargos que ha recorrido por el PP.
Ahora, me extraña hondamente que le ponga el bisturí al Corredor Mediterráneo, y es que la política no hay quién la entienda. Camina, tan obsesionada, por vertebrar España plena de corredores que, olvida lo más obvio. Que las vías férreas de largo recorrido y con velocidades adecuadas, cuán más cercanas a los puertos marítimos mayor será el desarrollo de un Estado.
Por otros lares, la ministra de Sanidad Ana Mato, es licenciada en Ciencias Políticas y Sociología. Jamás ha tenido ningún contacto con Sanidad, salvo –probablemente con el caso Gürtel– son las miserias que jamás entenderé. ¡Pero, así son nuestros sucedidos, y así terminan!
¿Acaso, no estaría mejor la señora Ana Pastor como Ministra de Sanidad?
¿Y un ingeniero de puertos, caminos y canales y licenciado en económicas como ministro/a de Fomento?
Pues no, eso sería lo coherente y en nuestra amada Patria los políticos suelen darle la vuelta al calcetín. ¡Qué cosas!
José Pardo Ferrer.

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