Hoy es la noche de las ánimas, el recuerdo hacia los seres queridos que se han ido quedando por el camino de la vida, y hacia sus ánimas errantes.
En mi casa, siempre había una "mineta" encendida flotando sobre un recipiente con aceite.
Durante mi niñez, las almas que se recordaban, casi todas ellas pertenecían a la recién acabada Guerra Civil. Más tarde y con la llegada de los aparatos de radio, era noche de recogimiento para escuchar la obra de José Zorrilla, Don Juan Tenorio.
Al alcanzar cierto bienestar el pueblo, a principios de los sesenta, junto a la "mineta" encendida, el aparato de televisión en blanco y negro y con una sola cadena, la primera, se emitía la misma obra: Don Juan Tenorio.
Desde hace unos años, el americanismo vulgar, junto a la "coca-cola", los pantalones vaqueros, y la gran ciudad de los sueños: el cine. Nos ha dejado otra horterada: la fiesta nocturna de Halloween. Una más, al igual que el día de San Valentín que llega acompañado de gastos, en tiempos de penurias.
Sin embargo, sin ser creyente en absoluto y sin dudas, me gustaba más celebrar en el recogimiento y alrededor de las llamas azuladas y rojas salidas de la trepidante leña, como lamentos. Apiñados junto a mi abuela María y al fuego de aquellas grandes chimeneas, en su casa, junto a mis primos hermanos, y ella que nos contaba cuentos de miedo.
Eran las noches que recuerdo, de hoy 31 de octubre. Yo no me disfrazaré de nada, pero tampoco escucharé ni leeré a José Zorrilla, su quizás única obra que le inmortalizó: Don Juan Tenorio.
Veré algo de televisión, o leeré algunos retazos de obras y poemas, en la pantalla de mi ordenador. En cualquier caso, al haber desaparecido el purgatorio, pienso que el recuerdo, era por y para las ánimas que en éste habitaban.
Si ya no hay purgatorio, no hay almas en pena vagando sin rumbo. No sé, igual es mejor irse de fiesta disfrazado de lagarterana. Lo que ocurre, es que a mí me jode, que nos invadan los anglicismos y las horteradas americanas.
José Pardo Ferrer.