lunes, 30 de enero de 2012

PERDER EL COMPÁS EN UN BAJEL


Cuando un bajel sale a la mar, se hacen necesarias cuatro cuestiones:
La primera, es que el compás funcione cabalmente y hayan sido reparadas sus derrotas.
La segunda e imprescindible, se trata de que la corredera funcione a la perfección.
La tercera, se trata de que las luces de situación tanto las de estribor como las de babor se puedan encender al atardecer.
Y, la cuarta, es que la radio más o menos rudimentaria, al menos, exista y funcione.
No hablo de navegación sistema satélite, y muchos más adelantos electrónicos, esto importa menos con un buen capitán o patrón de yate, y que conozca la navegación de vela, y de ir acompañado que sea por un buen "caña".
Aplicado a España, ésta ha perdido el rumbo por no llevar compás, aunque éste derrotara un poco. No posee cartas de derrota propias –se las dicta Bruselas– y podemos encallar en algún imprevisto islote prácticamente invisible. En este caso, en más de uno.
Al no funcionar la corredera, no sabemos cuántas millas hemos recorrido a ciegas desde el mes de mayo del pasado 2011, gastando sin par la clase política y apurando los últimos meses para el despilfarro y el choriceo.
Sin luces de posición, otro barco de noche no sabe si vamos o venimos, lo que nos puede llevar a que se nos trague un bajel más grande o barco mercante hundiéndonos en el fondo del mar. ¡Adiós, España!
Y, poseer una radio para solicitar un SOS en altamar o en navegación de cabotaje. Imposible sin estos elementos que un barco navegue y llegue a buen puerto. Aunque al SOS, al decir el nombre del barco: España, no creo que acudiese nadie a salvarnos.
Y, todo esto, le falta a España. Un buen "caña", entiéndase líder con mano firme para saber realizar cuántos bordos sean necesarios, al igual que para llevar el casco casi siempre volando por encima de las olas embravecidas sin luchar contra ellas en favor de la tripulación, el pueblo.
Leí, hace unos días en prensa escrita que, la Comunidad Valenciana había decidido subastar algo más de la mitad de coches oficiales a un precio de salida de 2.150 euros. Me froté las manos. ¡Joder voy a comprar un alta gama por este precio! ¡Una ganga! Seguí leyendo la letra chica, y todos eran de una marca española y de precios no superiores a los veinte mil euros de nuevos.
Los 22 restantes y de altas prestaciones seguirán en vigor. ¿Ya me extrañaba a mí? Han quedado demasiados coches, para políticos tan poco válidos, y menos mal que, cada uno de ellos no sobrepasa el número de los cien validos. Sinceramente, pienso que con el bono bus o los del metro irían bien arreglados.
Entretanto, y noticia fresca, parece ser que don Mariano se ha tirado al monte arcabuz en bandolera, y la va a armar gorda con la reforma laboral, saltándose a la torera a los sindicatos.
Hombre don Mariano, para eso, comience por anularles la subvención a esos sinvergüenzas. Ya que se presume que le van a montar una huelga general, que la realicen sin dinero del erario público. ¡Verá cuán lejos llegan! 
A todo esto, sigo esperando la anulación de altos cargos – entiéndanse momias andantes por recónditos lugares– cobrando grandes soldadas de autonomías y Gobierno. E igualmente, los recortes de salarios y anulación de dos y tres soldadas de los grandes de España, y no me refiero al Duque de Palma, ¡qué conste!
¡En fin, qué cuándo no hay harina todo es mohína!
José Pardo Ferrer.

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