En la actualidad, ya sobrepasamos los 5.3 millones de parados, y según el señor De Guindos, acabaremos el año 2012 con algo más de 6 millones. Las cifras son aterradoras, y con el sistema de gasto público que mantiene España sin bajarse del burro, nos vamos a pique. Pero, al decir a pique, no puedo explicar con palabras lo qué siento y cuánta magnitud alcanzaremos hasta llegar a una quiebra total.
Leí hace unos días en prensa escrita, que en toda la UE el 85 % de los puestos de trabajo están creados por las PYMES. Pero, aquí en España, éstas son destruidas sin piedad cotidianamente, mientras todos los entes y los sindicatos, sólo se preocupan de arreglar y asegurar los puestos de trabajos que se hacen insostenibles debido a la cantidad abusiva de impuestos que sobre sus espaldas soporta el pequeño empresario.
Los acuerdos con los sindicatos, me los paso por la faja. Se trata de salvar lo poco que va quedando, y para ello, se debe trabajar más y cobrar menos. Todos menos el cierre cotidiano de cientos de empresas y de autónomos que con sus quiebras llevarán a la gente al paro sin poder hacer frente a los despidos.
¿Para qué desean asegurar el despido de un trabajador en 45 días o en 30, si cuando la empresa cierre no le podrá pagar a nadie incluida Hacienda y proveedores?
Todo ello, viene a cuento de la imparable cifra de desempleados, y los trastornos que ello provoca en la ciudadanía, muy alejado este tema de los políticos y su ingente número.
Lo llevo diciendo desde hace muchos años. Con el número de ayuntamientos en pueblos –como es el caso del área metropolitana de Valencia– cuya distancia la señala una calle llamada divisoria, siendo una acera de uno y la otra perteneciente al otro, no podemos subsistir.
Pero, para mayor INRI, están todos en quiebra, y a diferencia de una empresa comercial, el Gobierno, les da cinco años más para que devuelvan un dinero y cumplan con un techo de gastos. ¡Y, una leche! Ni las autonomías que sobran todas, ni los ayuntamientos alcanzarán nunca su estabilidad, antes se irá España al garete y volveremos a la década de los cuarenta.
Y ya podemos hacer huelgas y manifestaciones, todo es perder el tiempo. Ningún político se ha bajado sus honorarios, ni renunciado a varios sueldos.
Mariano Rajoy, al que para mí es demasiado blando, no posee arrestos para echar por el camino del medio, y si vamos a terminar el 2012 con más de seis millones de parados, que sean más de siete a costa de eliminar el gasto público en función de número de ayuntamientos, empleados a dedo y los funcionarios que tal cómo se jubilen dejen plaza libre. Más trabajo y menos salarios.
Menos coches oficiales, prácticamente ninguno. Eliminación de empresas públicas con pérdidas millonarias año tras año. Y que, la clase política dé un paso al frente con sus gastos onerosos y salarios. Esto, o no saldremos de esta, salvo con los pies por delante.
España, debe realizar la reforma laboral que necesite el país, alejada de demagógicas monsergas sindicalistas, todos ellos bien cebados. Una reforma de calado, que haga que los emprendedores saquen el dinero de sus escondites y creen puestos de trabajo, cómo sea.
Lo que, no se puede consentir es que las empresas paguen despidos, y el Estado el paro. Así no salimos adelante, al igual que, con la financiación de los sindicatos.
Son cosas que, no ocurren en ninguna gran potencia económica, y lo son, por no poseer con 45 millones de habitantes y con una tasa media del 24 % de parados 18 gobiernos. Mariano Rajoy, debe de poner la tijera donde debe, y no seguir con sus subidas de impuestos y asfixiando al empresario y a la gente de a pie.
Me llamó hace unos días una buena amiga, que se quedó viuda el pasado año, y cobra una pensión de 200 euros mensuales. Ha recibido una carta, en la que se le anuncia una subida en la pensión de DOS euros al mes. Seriedad señores políticos, o en España acabará corriendo la sangre.
España, no posee viabilidad económica con la carga de las autonomías, y éstas, deben ser anuladas o sucumbir España y los españoles, el bisturí se aplica para los grandes males, y éstos, hoy existen por doquier.
José Pardo Ferrer.
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