Para los infantes de todo el mundo, se acerca un nuevo período de esperado crecimiento y diminutos advenimientos que los hace elevarse. No saben, que crecer es comenzar a morir. Y en dos días, muchos de nosotros abandonaremos todavía este mundo sin ver el nacimiento del 2012.
Es el camino de la vida, incierto y nada previsible. Se nos va un año, pleno de contratiempos socio político y económico. Nada que la salud y el tiempo no puedan curar. Volverán otros mejores, y éstos alcanzarán nuevas primaveras esplendorosas y épocas de florecimiento social. Reza el refrán: "que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista".
Que no le temo a morir, es algo tan cierto, cómo qué estoy vivo. Tampoco le temo al sufrimiento.
Pero, levantarme por las mañanas y desde mi casa campestre, ver el cielo y la luz que desprende el "Arco Mediterráneo". Y alcanzar con mi vidriosa mirada la lontananza que se pierde en la mar, y plagada la tierra de verdes campos de naranjos moteados su esplendoroso verdor por el fruto que nos prodiga, es tan hermoso que me apena dejar de completarlo.
Son los pensamientos, de los que dada nuestra avanzada edad, nos preguntamos entre recelos: ¿Será hoy el último día? Todo lo contrario de los niños, que crecen sin pasado y alejados del futuro. ¡Benditos sean!
Cuando mi nieta de 8 años, alcanza la morada suya, la de sus padres, y de momento, la nuestra la veo acercarse con un ímpetu visigodo que hace que eche la pierna derecha atrás, y me afiance fuerte para recibirla entre mis brazos a la voz de: yayo, yayoooo, y la elevo lo que puedo y sus besos y su calor inocente fiel, y alejado de malos pensamientos ni resentimiento alguno me aporten calor y felicidad.
¿Hasta cuándo? Mientras la vida lo desee, y yo, así lo acepto y disfruto en el día a día, sin marcarme largas metas. Pero, mentiría sin aclarar que, me encantaría alcanzar una nueva primavera e impregnar mis pulmones del azahar que desprenden los millones de naranjos cuando el viento suave del Levante, empuja su aroma hacia arriba al atardecer.
Son momentos sublimes, que la naturaleza nos regala y hay que exprimirlos todos. Para mí, salir de noche a hacer aguas menores y mirar al cielo límpido y estrellado, es un placer, una devoción y un regalo que la vida me otorga cada noche antes de acostarme.
Sobre lo político, los políticos, lo económico y lo social, dado que en mi corazón no queda un lugar para el rencor, deseo pensar que lo realizará lo mejor posible y que la Ley y la Justicia, es la única encargada de juzgar a quiénes lo merezcan.
Por lo tanto, y desde estas sinceras líneas, deseo despedirme de todos ellos razonando que realizan lo que pueden, y lo que los malos tiempos les han deparado.
Así pues, para todos los políticos españoles, pertenezcan a la vereda qué sea, bienvenidos seáis al 2012 y continuar con vuestra ingrata labor. Pero, eso sí, os solicitaría solidaridad económica y social con vuestro pueblo español. Igualmente felicito y le deseo lo mejor, a los Monarcas de España, por su demostrada fidelidad y honradez al servicio de nuestra Patria.
Me despido de todos, cómo si me fuese a marchar, al igual que el 2011, deseándole a Zapatero y familia lo mejor, al igual que a la de Mariano Rajoy. Por el bien de todos, al último mi más ferviente esperanza de que lo realice bien.
Ya por último, les solicito que me indulten en el caso de haberles perdido el respeto, aunque jamás a sus personas, pero, sí según los cargos qué han ostentado y cómo los han desempeñado.
A toda mi familia, a mis amigos y qué estos saben a quiénes me refiero, igualmente, y cómo no, les deseo sobre todas las cosas mucha salud a los españoles para el próximo 2012.
Olvidemos el 2011. Reza un refrán que dice: "que agua pasada no mueve molino". ¡Qué así sea, y qué viva el próximo!
José Pardo Ferrer.
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