EN BUSCA DE LA VERDAD
SOBRE LOS ACAMPADOS EN LA PL. DEL AYUNTAMIENTO
Ayer por la mañana bajé a Valencia, almorcé un frugal almuerzo con amigos en cierto lugar en el que ellos siempre se reúnen los miércoles. Luego, me desplacé a otra zona en la que realizar cierta gestión, y ya de allí, paseando me acerqué hasta la Plaza del Ayuntamiento, y me adentré entre los “acampados”. No había mucha gente de ellos, aunque se notaba que quizás algunos se encontraban ausentes. Igualmente vi a gente que curioseaba y hablaba con éstos.
A primera vista, me causó muy buena impresión el improvisado campamento por el orden y la higiene que reinaba allí dentro, así como la actividad en las improvisadas y humildes condiciones en las que vivían. Realizado este primer examen ocular y leídos varios letreros con sus reivindicaciones, me acerqué a cierta tienda de campaña y me presenté, me atendieron muy bien.
¿Está usted a favor o en contra nuestra?
Absolutamente a favor. Por eso estoy aquí, por si a través de mi web, del periódico digital en el que participo y facebook os puedo favorecer en algo. Perjudicaros, seguro que no, sin embargo, me agradaría recibir cierta información seria por parte de una voz autorizada sobre vuestras pretensiones reales. Dicho y hecho, un joven muy agradable me llevó ante la presencia de otro joven, que parecía ser uno de los que podían pertenecer a su propio comité interno.
Este joven, más bien me ignoró, aunque a regañadientes y muy alejado de cualquier tipo de hospitalidad, me ofreció algo para poder escribir mi primer artículo partiendo de una información veraz y de primera mano. Seguramente, juzgó que yo, más bien sería alguien perteneciente a la quinta columna. En cualquier caso, le agradezco su tiempo ya que en ningún caso me faltó al respeto. En realidad, los viejos somos propensos a sentir un menosprecio inexistente, aunque éste no sea mi caso.
Hoy escribiré sobre el primer punto:
“Una Democracia diferente a la actual, en la que el pueblo pueda tener una presencia” (Sic.). Le contesté por mi cuenta en ese mismo instante que, para ello, se haría necesario que España fuese una República. Él no me contestó, ni asintió, ni se molestó en demostrar ningún interés sobre mi comentario. Algo muy lógico ya que se declaran alejados de cualquier tendencia política.
Nuestra democracia, ha ido degenerando tras los primeros ocho años de mandato bajo la presidencia de Felipe González. Su caída y las corruptelas nos abocan a un país “Bananero” en el que ser políticos de parcelas diminutas se ha convertido en un negocio. Dentro de las últimas elecciones del 22M hay imputados. El Presidente del Gobierno miente y no ha dimitido. En el PP, en los últimos años los escándalos han sido imposibles ser escandallados. Muchos han renunciado y otros esperan la sentencia sin abandonar su lujoso estatus.
En la otra vereda, afloran igualmente los enriquecimientos rápidos, en políticos que utilizan para ello “el pelotazo”. Así pues habría que pensar en que Aristóteles –el filósofo preferido mío y al que leo a diario– poseía razón al sentenciar que: “Las repúblicas declinan en democracias mientras que, las democracias degeneran en despotismos” (Sic.). De esta frase de Aristóteles se pueden sacar muchas conclusiones, es digna de ser diseccionada tras leerla repetidas veces.
El sistema de elecciones en España es una pura patraña. Aquí el que gana pierde y el que pierde se alía con el diablo y gana, pero esto, sirve para cualquier partido. Yo me pregunto, ¿para qué me sirve votar a mi partido favorito, –algo que en la actualidad no poseo a ninguno– si después de ganar no puede gobernar?
Desde mi escasa clarividencia, tan solo le veo una solución, cambiar el sistema y votar en listas abiertas. Sin embargo, algo tan meridianamente transparente y lúcido, no lo desean los políticos de los dos grandes partidos. Les interesa mucho más el mangoneo actual y el intercambio de cromos tras unas elecciones.
Efectivamente, esta democracia ha degenerado en un despotismo que alcanza hasta el ayuntamiento más diminuto. Aquel que gana por mayoría absoluta, realiza lo que le pasa por los cojones al menos durante cuatro años y, en muchos casos hasta durante veinte años. Al final recuerdo las palabras que cierto director de un periódico valenciano, sentados ambos cara a cara, hace varios años me dijo: “Pepe, la política es una mierda”. Y, así es.
Desde aquí, le mando todo mi apoyo a estos jóvenes, y menos, por su valentía y por su intento de quitarle la razón a aquel director citado. Mañana más con su segundo postulado.
José Pardo Ferrer.
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