sábado, 11 de junio de 2011

POSEER MEMORIA Y SER AGRADECIDO. Y SEGUNDA PARTE.

POSEER MEMORIA Y SER AGRADECIDO.
Y SEGUNDA PARTE.
Un servidor, ha poseído siempre la suerte de poder poseer amigos, o conocidos aventajados en todos los estatus sociales, y así sigue siendo. Lo mismo me da ser amigo de gente menesterosa, que de acumuladores de riqueza ampliamente acaudalados. Creo sinceramente que me va mejor con los pobres que con los ricos, son simples conjeturas que he ido sacando tras el devenir de la vida, ésta que da y quita razones.
Mi mayor agradecimiento, se lo debo a la tierra junto a mi padre, a ésta, a la bonanza de nuestro clima, al agua y a nuestro arduo trabajo que nos sacaron de la pobreza y mucho más. La tierra, ha sido desdeñada por las últimas generaciones. Hijos de agricultores, malamente se ganan la vida y han abandonado a su progenitor, ya mayor, y que sigue comiendo muy bien, llevando una vida sana, así como acumulando riqueza, alejada ésta de los grandes pelotazos.
Renegar de la tierra y de las raíces, es imprecar en contra del pasado. A menudo discuto con gente poco entendida u otros que han sido labradores, que en éstas circunstancias, siento pena cuando veo ingentes campos de buena tierra abandonados a la espera de una especulación que tardará algunos lustros en regresar. Y, al comentar que antes que estar en el paro, me conformaría con diez fanegadas de tierra para sacar adelante a mi familia. Ya ven, con tan solo menos de diez mil metros cuadrados.
Me dicen que los tiempos han cambiado. Hurtos, la venta del producto y me plantean impedimentos, muy alejados de la realidad. Mi padre, jamás acudió a vender al Mercado de Abastos. Vendíamos nuestros productos y nos los quitaban de las manos, tiendas de ultramarinos del pueblo que les vendían las mejores hortalizas y frutas a los señoritos veraneantes. Ahí sacábamos nuestros pingües beneficios sin intermediarios. Más trabajo y más madrugones pero mayores bienes.
Y casualmente, esta semana, estuve en Castellar jugando una partida de dominó en el casino del pueblo. Previamente, como había llegado un poco pronto realicé un recorrido por la pequeña pedanía unida al O’Liveral, no vi ningún letrero de se vende o alquila. A mitad partida, los cuatro habíamos sido agricultores de antaño, les comenté la comparación con otros pueblos o en la misma Valencia, se rieron los tres:
¡Aquí, Pepe, nadie vende nada! El que tenía a mi izquierda, y que no era del pueblo, me dijo:
A mí, me ha costado cinco años conseguir que me vendieran un apartamento. Las pocas huertas que quedan en sus aledaños, son jardines cultivados por manos expertas. Aún conozco a uno, que trabaja y vive en su alquería y vive muy bien y es rico. Rico en dinero, en propiedades y en paz y tranquilidad, mi amigo “Vicent el tallador”. Pero, sus hijos le han abandonado, y no los critico, yo hice lo mismo poco a poco, y aunque no me arrepiento de “Casi nada”, si pudiese volver a ser joven me encantaría trabajar la tierra de nuevo, ¡es tan agradecida!
Es mi reflexión, en el día de los desencantados, los cromos no se han repartido según ideologías, sino según conveniencias personales, partidistas o en muchos casos debido a su honradez para con el pueblo. De todo habrá habido. Y mi agradecimiento y memoria hacia la tierra, ésta que me hizo sudar y trabajar con la azada y con la hoz pero que  compensó con creces nuestra dedicación.
No lo olvidéis los parados, hay otras salidas en la vida, éstas que han quedado obsoletas, retomadlas y seréis recompensados. La agricultura, siempre será la mayor base de riqueza segura, y hoy, el sacrificio y el sudor han quedado muy mitigados por los adelantos industriales. Pequeñas parcelas os esperan, ¡id por ellas!
José pardo Ferrer.

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