SUCEDIDOS CON AMIGOS Y CONOCIDOS.
Caminábamos por 1990. Cierto día, un buen amigo con quien el tiempo ha reforzado la amistad, muy de derechas él, me dijo en el transcurso de un partido de golf que: "Pepe, lo que no puede ser es que en 10 años, ninguna sugerencia de la derecha haya sido lo suficientemente buena para ser tenida en consideración por parte del PSOE". E igualmente, mi querido amigo, lo será pero, al contrario, el día que gobierne la derecha. La historia de la política en contra de su definición romántica no consiste en el bien gobernar sino en mandar. Y cuando se posee una mayoría absoluta, los desmanes caminan a la par que la injusticia por igual para los que los votaron cómo para aquellos que no lo realizaron. Llegó la Pascua de Resurrección, y el gerente del mejor campo de golf de Valencia, muy solemne él me llama y me dice: ¿Qué tal Pepe Pardo? Intentando mejorar el hándicap sin conseguirlo. Te quería solicitar un favor, resulta que si no posees compromisos, esta semana la juegues con un presidente de una Comunidad Autonómica. Él ha vivido de niño en Valencia, ya que su padre fue Gobernador Civil. Nada menos, que está casado con una marquesa y van a pasar toda la Semana Santa alojados en nuestro Parador, incluidos sus hijos. Le gusta mucho el golf, y me ha solicitado un compañero de confianza y con buen nivel de juego. Pues bien, no pasa nada, yo raramente vengo con una partida predeterminada. Llego aquí, y la gente me admite sin más. ¡Por eso, te he elegido a ti, por tu educación y saber estar! A las 8,30 cada día tendréis preferencia por encima de todos, y coche pagado. ¡Ay, que joderse, pensé para mis adentros! Por lo visto no hay nadie mínimamente de izquierdas. El Domingo de Ramos, comenzó mi calvario personal, aunque debo reconocer su educación, clase de cuna y el tratarme de tú a tú. Yo le dejaba hablar, y me enteraba de tantas cosas qué ignoraba, así como de otras que simplemente imaginaba que existían y que habían coexistido. Era un hombre muy grande, algo mayor que yo, o eso pensaba, lenguaraz y parlanchín con el clásico gracejo madrileño. Al final, entre halagos mutuos, la semana se me hizo corta y sembramos una pasajera amistad perdida en el olvido. Me presentó a su señora, la marquesa de no sé qué, y creo que estuve a la altura, aunque no soy quién para juzgarlo. Igual me comporté como, Pepito el de Bétera, y a mucha honra. Otra vez, pero esto de un modo más continuado, se me endilgaba a un conseller de la época de Zaplana. Yo siempre pensaba igual: "No me dan elección" todos de derechas y extremas. Igualmente, con éste, que jugué bastantes veces al residir en Valencia, y ser de la Comunidad Valenciana, aprendí entre otras cosas, que todo el PP, según palabras suyas, era un nido de franquistas. Más tarde, cayó en desgracia por un escándalo financiero, y solo lo veía el 9 de octubre en la recepción del Palau de la Generalitat, y me saludaba muy frío y distante. Hoy solo sé de él a través de la prensa escrita y que sigue sin haber purgado sus desatinos avarientos posibles y probables y alguno probado, al menos judicialmente. En realidad ya hace muchos años que dejé de jugar al golf. Elegí dejarlo a cambio de dedicar todo mi tiempo libre a mi esposa, a la lectura y a la escritura. Más tarde, desde hace unos seis años, las enfermedades me han ido acosando y no puedo soportar el frío y mucho menos el calor al igual que los menores esfuerzos. El hijo de un Gobernador civil de Valencia durante un tiempo, y en la época de Aznar pasó como ministro por distintos ministerios, ahora a una edad avanzada lo veo de nuevo con Rajoy en la palestra un tanto avejentado. ¡Tan solo son sucedidos en primera persona! Nunca he tenido suerte con mis amigos o allegados, todos son de la derecha rancia y a ultranza. Y, es que en realidad, de la izquierda, desde el fallecimiento de Marcelino Camacho y el obligado reposo de Julio Anguita, cada día que pasa quedamos menos. José Pardo Ferrer.
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