EN ESTE MOMENTO..
. ... así comienza su discurso Guindos: "España no necesita un rescate en este momento". Mañana ya veremos, esto lo apostillo yo. Mariano Rajoy, el huésped más invisible de La Moncloa, ha comenzado su angosta pero, de momento, corta andadura como presidente de España mintiendo en todos sus postulados de la campaña. Mal camino, para un hombre numerario del OPUS DEI. Una persona, cuyas creencias en lo divino, le obligan a asistir diariamente a misa, confesarse y comulgar. Sin embargo, mi querido Mariano, "alias el mea pilas" debe de reconocer que mentir cotidianamente al pueblo y confesarse no le absuelve del pecado ante su persistencia ante el octavo de los Mandamientos de la Ley de Dios. En cualquier caso, cosas en personas de su estilo y sentido de lo divino, se han visto muchos peores que las suyas, así que como un miembro más del pueblo español me joderé y aguantaré. El problema, estimado Mariano, es saber durante cuánto tiempo soportarán sus mendacidades el resto de los españoles que le votaron y no, salvo yo que tampoco le voté. No me cabe ninguna duda, de que España está realizando sus deberes económicos, y que los españoles –que no pertenecemos a ninguna clase política– los estamos soportando. Pero, poseo la duda razonable, ¿de los sacrificios económicos en sus sueldos, dietas, coches oficiales, gastos de viaje y demás prebendas que han sido capaces de recortarse todos los numerosísimos políticos que están en el poder y los que ejercitan la oposición y los que se marcharon? ¿Así, cómo en sus jubilaciones? Estimado Presidente, según Abraham Lincoln, en cierta ocasión dijo: "La democracia, es el gobierno de la gente, por la gente y para la gente". Y en otra, que deseo que se aplique usted, dijo: "Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero, no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo". Para mi humilde servidor de vuesa merced, en estos momentos, "Todo el mundo, somos los españoles". No nos mienta usted don Mariano, ni deje que nos mientan en su nombre quienes le rodean. Sean más humilde, y recórtense sus amplios y dobles salarios. El don de la doble ubiquidad no existe. Lo digo por Dolores de Cospedal, "alias, la bien pagá". José Pardo Ferrer.
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