viernes, 20 de abril de 2012

OPINIONES ENCONTRADAS.


Todavía, soy un lector de tres periódicos cotidianamente, tocando el papel y pasando sus páginas con fruición. De Valencia leo Las Provincias y su antagónico comercial El Levante.
En este último, he leído opiniones contrarias sobre la cacería de nuestro monarca Juan Carlos I hoy, por una gracia de su generalísimo Francisco Franco Baamonde. Aunque debo añadir, que la gracia fue admitida por sirios y troyanos.
En Tribuna, Levante El Mercantil Valenciano, escribe Asunción Valdés, intuyo por su escrito –sin hacerse necesario ser un águila para ello– que la señora o señorita citada es monárquica hasta la médula.
Entre otras cosas dice: "Elevar la anécdota a categoría es pretender borrar 36 años de monarquía parlamentaria, el mayor período de estabilidad y prosperidad de nuestra historia" (Sic).
Más tarde escribe una lindeza exculpatoria: "En esta ocasión nos hemos enterado de la caza del elefante, por el desgraciado accidente del rey" (Sic). Sin comentarios... estimada Asunción Valdés, le deseo que su dios y Santa Lucía le conserven la vista y sus luces, y que La Casa Real la recompense por su escrito.
En otra columna de signo más neutro, a José Manuel Ponte, le extraña que un Borbón solicite disculpas, y no deja de criticar –con la dignidad que le corresponde a un periodista– la actitud del Rey en estos momentos de penurias, hambre, paro y desahucios de familias sin ningún subsidio.
Y por último, queda la referencia del coordinador de IU el señor Lara: "Y si el heredero sale tonto, tenemos que cargar con él".
Mi comentario, desea ser más profundo y menos sutil o vergonzoso. La monarquía, se encuentra en un estado más delicado cada día. La veda de caza a todos los componentes de la misma, ha sido cerrada. Hoy, no gozan de los privilegios silenciosos durante 30 años por parte de la prensa ¿sin entender el porqué?
Los safaris eran los mismos y los desmanes más escandalosos. Pero, todo quedaba entre sigilosas disputas palaciegas. La diferencia estriba, en que hoy ya salen a la luz todos los deslices aunque sean para abandonar el lecho de noche a orinar.
Y, si a ello, les añadimos los escándalos financieros posibles de miembros de la realeza, entonces, el pueblo que mal vive, deja de creer en princesas que no lo son. Igualmente, en los consortes de las princesas –que ellas sí lo son– pero que sus maridos han dado lugar a demasiados escándalos. Algunos y los más graves aún pendientes de la Justicia.
Por todo ello, sin ser antinada, no puedo defender a una monarquía que nos la metió doblada el generalísimo Franco. Reconociendo con mi máxima franqueza que, contra el exdictador sí que fui anti y lo seguiré siendo mientras posea un aliento de vida. Demasiado daño le hizo a España, y se fue de rositas dormidito en su camita.
José Pardo Ferrer.

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