En mi pueblo natalicio, de calles angostas y empinadas, tanto que en algunas hay escalones, existe una que sale cercana de la iglesia, y que se denomina la calle de los muertos ya que por ella se subían a hombros a las cajas con el fallecido camino del cementerio.
Un servidor, con tres primos hermanos más, quisimos sin relevos, llevar hasta su postrera morada a nuestra amada abuela María, y lo hicimos por la calle de los muertos hasta alcanzar el cementerio.
A hombros, igual que a los toreros famosos, triunfadores o fallecidos por las astas de un toro, así se llevan hoy en día "Las Cajas de Ahorros" el dinero de España y que, resulta ser de los españoles. Nada de pequeñeces, 7.500 millones más de euros ha inyectado hoy el Estado, vía intravenosa a las cajas necesitadas para que los más golfos sigan viviendo de sus errores como auténticos faraones.
Y estas cajas, paseadas a hombros no poseen fondo, es decir, ahí no se puede transportar un cadáver, solamente dinero y qué no sabemos adónde lo llevan ni a qué sitio va a parar.
Como igualmente, no sabemos a nosotros adónde nos llevan. Ni tan siquiera nos queda el consuelo de que nos lleven a hombros o en coche de caballos de aquellos fúnebres, y en los que hasta los semovientes portaban unos plumeros negros. Mal fario me daba verlos.
Lo bien cierto, es que haber hay mucho, aunque muy mal repartido. Igualmente, me gustaría saber: ¿cuántos miles de millones más se harán necesarios para saldar los errores ajenos de políticos metidos a directivos de las distintas Cajas de Ahorros, pero hoy, sin atisbo alguno de monte y muy alejadas de la piedad?
José Pardo Ferrer.
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