Tras varios meses de no saber nada de ella, y de haber celebrado su funeral por el rito católico, esta pasada madrugada, a las cuatro en punto, llamaron a la puerta y un tanto asustado por si recibía una mala noticia me levanté y pregunté a través del interfono, resultó ser REDI.
Peor noticia imposible, con lo tranquilo que yo estaba, y ya acostumbrado a no tener quejas continuas ni debates políticos sociales disparatados, me quedé de piedra. Salí, y su galanura y elevado estatus que aparentaba me dejó boquiabierto.
Llegó en taxi y se descargaron tres grandes y lujosas maletas. Le pagó al taxista, y por los gestos de éste, le debió de dar una suculenta propina. Parecía una reina, vestía un vestido blanco y largo, con ricos bordados ibicencos, un gran sombrero de condición color crudo, y adornado con unas diminutas rosas.
Tacones altos, y un gran bolso de marca lujosa, con sus pertenencias dentro. De sus rojas y hermosas orejas le colgaban unos zarcillos de plata artesanales con arabescos muy bonitos. Toda ella rezumaba clase y estilo. Continuaba poseyendo esa apostura y donaire dignísimos propios de una gran dama de origen irlandés.
Mi amada esposa, salió alborozada y se abrazó a ella. Yo, más bien me mantuve un poco tenso, y poco propicio a la alborada dada la hora. No me fiaba ni una peseta de tanta apariencia. Quizás, mañana se presentase allí el cobrador del frac, y me diese el primer disgusto de una larga y potencial serie de éstos. Mejor mantenerme en estado de alerta.
"A la primera cullerà dos mosques", comenzó por exigir un nuevo palacete para colgar en el todas sus nuevas acreditaciones académicas, con el fin de dedicarlo a recibir alumnos y explicar sus nuevos conocimientos adquiridos en Oxford y Cambridge. Se iba a forrar, y nos haría nadar en oro.
La triste realidad, es que ya y para comenzar, yo debía de ponerlos como las gallinas, de mis escuálidos bolsillos. Pero, mañana, por hoy, lo discutiremos todo.
Ahora, querida REDI, instálate en tu palacete y dentro de unas horas charlamos de modo coloquial, al principio, y tú, ya me sacarás de mis casillas en pocos minutos.
¡Ay Señora mía, Virgen de la Cabeza! Concédeme paciencia para soportar a este amo dilecto, pero, tan obtuso como siempre.
Buenos días noches, ¡ojalá que podamos descansar al menos unas horas!
¡Ay que joderse, REDI ha vuelto!
José Pardo Ferrer.
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