La avaricia incontenida de los más golfos del fútbol, entiéndanse los manirrotos presidentes, han decidido no dejar entrar a las emisoras de radio, sin pagar, a sus estadios en día de partido.
Olvidadizos o demasiado jóvenes son, esta raza o espécienme actual de directivos voraces sin escrúpulos. El fútbol, le debe mucha parte de lo que es gracias a las ondas de la radio. En los primeros años del siglo pasado, para muchos analfabetos, los domingos por la tarde era esencial la retransmisión de los partidos de fútbol. Igualmente para gente que viajaba, y que con la llegada de los portátiles y los de coche, era usado tanto por pastores, como por camioneros, taxistas o cualquier tipo de gente. De todos aquellos que aún no poseía viabilidad económica para adquirir los primeros televisores, y que resultaba ser la mayoría de la población española.
El gol de Zarra en Brasil, sin la voz del inolvidable Matías Prats sénior, la gente no se hubiese enterado de la victoria de España sobre Inglaterra hasta el día siguiente, y muchos, semanas más tarde.
La radio, con respecto al fútbol, casi un siglo más tarde, desde 1926, sigue cumpliendo un gran objetivo en pos de propagar el fútbol a través de las ondas, y no debe pagar por entrar a los estadios.
Es la voz de un servidor poco acreditada, salvo por los años que la ha utilizado mucho, al igual que mi padre y tantos menesterosos para escuchar los resultados de todos los partidos de fútbol, y en muchos casos ir mirando su quiniela.
La radio deportiva, es un ente medio indispensable para el pueblo llano en el seno de disímiles sectores.
¡Ojalá que así siga siéndolo!
José Pardo Ferrer.
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