jueves, 29 de septiembre de 2011

EL PP Y LA COMUNIDAD VALENCIANA


  Están tres lustros al mando y ordeno del Antiguo Reino de Valencia, y lo han realizado a su libre albedrío con absoluta impunidad –justo igualmente, a los de la otra vereda y algún que otro aledaño– con la vara de medir utilizada como rasero.
  La penúltima golfada, ha sido el gran despilfarro que significa el aeropuerto de Castellón. Algún millar en millones de euros enterrado y sin uso alguno. Pero, seguramente, que a costa del mismo, varios adjuntos al régimen comunitario habrán visto engrosadas sus cuentas bancarias, o con dinerito en blanco, para ser depositado en lejanos países, y todo, a cuenta de ese erario público que tanto adeuda y aprieta a sus acreedores de menor categoría, a los que arruinan cotidianamente.
  Pero la soberbia, la avaricia y la ira, pecados capitales, viven instalados en estos dirigentes populares católicos –nada que significar en contra de su fe dogmática– que se han instalado en unos regios sillones que no les pertenecen –al menos como ellos piensan– que son vitalicios.
  Sin embargo, si nombro los pecados capitales que llevan instalados en su chepa, se debe a qué algo falla entre su conducta política sin escrúpulos y su probada fe católica y practicantes de la misma. Esta nefasta profanidad con la que se han venido mostrando, ha llevado al pueblo valenciano a instalarse cada día más en una pobreza alejada de la media del resto de España.
  Hoy, nos encontramos inmersos –en aquel denominado pelotón de los torpes durante el período de instrucción militar. Y tiramos de él en paro, en poder adquisitivo, en pobreza, en fracaso escolar, en endeudamiento público y privado, y sobre todo, en "la Geta que poseen al ser morosos recalcitrantes" con pirotécnicos, jardinería, basuras, conciertos en geriatría, educación y a tantos como han arruinado por no pagarles.
  Habrá que tomar medidas y mandar al "cobrador del frac" de guarda espaldas de Rita Barberá, que es la que mayor peca por soberbia mal contenida, y otros tantos para cada uno de los disímiles Consellers.
  De esta España, en la que todos roban –probablemente– y sin recato, no se escapan los socialistas. Como muestra, el último escándalo urbanístico en la Provincia de Málaga. Pero, a mí, me interesa mi tierra, ésta a la que amo, en la que nací y en la que moriré.
  A partir de mí recordado, con agrado sumo 20M, las cosas se endurecerán para todos menos para la clase política.
  Compremos un paraguas grande y sólido, què ve riuà! *
  *¡Qué llega una riada!
  José Pardo Ferrer.

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