También conocida como el equinoccio y preludio del solsticio. Sin embargo, el otro queda lejos, mientras que la primavera la tenemos a tres semanas vistas, pero, ya se huele y palpa.
Si se tiene sensibilidad, se oyen el crujir de los tallos de tantos árboles y plantas de hojas caducas, abriéndose paso la savia que vuelve a recorrer sus venas y las alumbrará a no tardar.
El viñedo, ese arbusto sarmentado, reseco y retorcido frutal que, me encoge el corazón al verlo como resucita para deleite de nuestra visión tras su hermoso travestido de algo que parece muerto de por vida. Y que, en realidad es la fuente y enfoque más hermoso de la resurrección que proporciona la divina naturaleza ante nuestra nimia existencia.
En mi paseo matinal, he escuchado esos sonidos y el preludio de la aroma que nos acompañará. Para mí, sería muy hermoso alcanzar estas tres próximas semanas un año más.
Por lo que más siento abandonar este mundo, y que sé que lo abandonaré a no tardar, es por no ver más la naturaleza en todo su esplendor. Durante la lluvia, con ese caudal de perlas nacaradas en forma de gotas y que son ávidamente absorbidas por la necesitada tierra y que, de ella beben las raíces de todas las plantas y árboles diversos. Hasta que, el rayo y el trueno lejano como un gran arpegio de tambores y luces de artificio, se convierten en anunciadores de una lluvia que el viento nos va acercando.
Son momentos de idilio con la naturaleza. Al pensar en ellos, ella se enamora y engrandece mucho más. Los tambores lejanos no ah tanto, se acercan y retumban como en el fin de la obertura de una pieza mágica en una ópera.
Hasta los animales, desde su fino sentido están mucho más alegres, y algunos aletargados durante todo el invierno comienzan a desperezarse en sus recónditos cubiles.
Ahora, para los valencianos, y como preveo dos días antes de alcanzar este equinoccio, quemaremos todos los vicios, podredumbre y miserias de la vida de todo un año pasado. Será el día, que el fuego entre láminas de oro, rojo y azul entremezcladas se levantan majestuosas, con la ilusoria mendacidad de alcanzar el cielo por toda la capital y Provincia, para decirle al mundo y a los valencianos qué no se repitan éstas, al menos las mismas. ¡Qué así sea!
Ya que ha sido un año muy protervo y pleno de injustos latrocinios, fraudes, estafas y bribonadas por parte de desaprensivos políticos. ¡Ojalá se erradiquen estas miserables conductas en contra del pueblo! De momento, todo será quemado y purificado por el fuego en la noche de San José.
José Pardo Ferrer.
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