El 11 de marzo de 2004 en un convoy de un tren de cercanías en Madrid, ocurrió un atentado yihadista en el que murieron 191 personas, una mayoría, perteneciente a la clase obrera y 1.858 heridos. Fue considerado como el mayor atentado terrorista en Europa.
De ello, hoy hace 8 años preñados por el dolor, el luto y la rabia. En poco menos de un mes todos los terroristas se inmolaron al ser descubiertos en un piso franco por la policía de los GEOS, y al hacer volar el edificio en el que se hallaban escondidos, como consecuencia de la horrorosa explosión falleció uno de los policías.
Hoy y por desgracia, el terrorismo no posee fronteras. Los islamistas más integristas, se hallan expandidos por todo el mundo y entre todas las razas; no quiere decir esto, que todos los musulmanes que entre nosotros conviven sean terroristas.
Sin embargo, como bien digo, conviven entre nosotros, pero no viven con nosotros. Tampoco bailan la tarara sus niños con los nuestros. No participan de nuestras fiestas y costumbres y jamás se integrarán en ningún pueblo que no sea musulmán.
Pero, a pesar de ello, nosotros y el mundo los acoge y no mostramos ningún signo de violencia hacia ellos. Ya me libraré muy mucho de ejercer la más mínima violencia contra ser humano alguno de raza distinta de la nuestra o con un semejante; y mucho menos de ejercer apología alguna en contra de ellos. La xenofobia no existe en mi diccionario.
En cuanto, a sus creencias religiosas las respeto por igual que a las demás religiones o credos, puesto que soy ateo y no creo en dios alguno. Pero, esta forma y modo de ser, me hace más tolerante ante todos los creyentes comenzando por mi amada esposa. Come y deja, reza mi refrán, éste que me otorga una paz interior plena de tolerancia, y que me concede una vida contemplativa de máxima excelencia en comunión diaria con la naturaleza.
En Valencia, toda ella en particular y en Andalucía mucho más, los moriscos nos dejaron una gran herencia cultural. Y, aquí, incluso tras la última conquista o reconquista, por parte de Jaime I de Aragón, éste dejó que ambas razas conviviésemos juntas, y así se hizo a través de tres siglos más.
Lo que más me enamora, es caminar por Valencia, y ver el cúmulo de razas desiguales en pacífica convivencia. Que nadie dude, que tras muchos más años, el pueblo valenciano se verá enriquecido y entremezclado con savia de otras razas que mejorarán la nuestra.
Como siempre, tan solo es mi pensamiento y verdad, muy alejados ambos de la verdad ajena y auténtica. Sin embargo, está claro, que a quiénes corresponda, deberán vigilar con sigilo y denuedo la conducta de ciertas etnias enraizadas en credos absolutistas, o simplemente en otras, que sólo nos traen el vicio, la violencia y las mafias.
Y ello, debe de ser así, para que nunca más ocurra una masacre salvaje como la del 8 de marzo del 2004. ¡Por esas criaturas inocentes, y por sus familiares!
José Pardo Ferrer.
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