Nos van a tener que servir un vademécum actualizado para niños mayores, a tenor de las necesidades que los nuevos medicamentos provoquen para los vejetes pertenecientes a la tercera edad y última, ¡ya que no hay cuarta!
Con el cambio de nombre de todas las pócimas, muchos de nosotros nos veremos sumidos en un mar de dudas y confusionismo, por lo que deberían darnos cursillos para saber utilizar este nuevo catón.
Hay que tener en cuenta, que ya hoy, muchos de nosotros con mayor o menor cultura, estamos familiarizados con el color de los envoltorios y los elegimos por la mañana, al medio día y por las noches por sus colorines que nos resultan identificativos, familiares e íntimos a través del tiempo que con ellos convivimos.
Los amamos, por ser paliativos para muchos y curativos para pocos. Pero nuestra relación –con estos medicamentos– se ha hecho entrañable. Nos hablamos de tú, congeniamos y los llamamos por su nombre de pila.
Y justo ahora, cuando ya estábamos familiarizados con ellos y jugábamos juntos a la tarara: ¡Plás, a comenzar de nuevo con desconocidos!
Pero, qué todo sea por ayudar a mejor vivir a la caterva incalculable de políticos que cada día son más, y donde los que se van se quedan y los que llegan critican a los anteriores para acabar realizándolo más malamente que los primeros.
Lo bien cierto, es que andamos jodidos con los nuevos medicamentos de marcas blancas y a los que se les denomina genérico. Sin embargo, para mí que me zampé, sin comer lo suficiente toda la postguerra civil, sinceramente creo que lo que nos van a dar es unos sucedáneos o sustitutivos.
Algo parecido al café con la malta, la sacarina en lugar del azúcar, el pan moreno con trozos de saco de arpillera en su interior en lugar del pan blanco, la coca de maíz en lugar del pan, y un larguísimo etcétera.
Pero, sin salirme del tema del Vademécum, a mí me gustaría que éste nos alcanzase con ilustraciones infantiles, para que nosotros las coloreáramos según los nuevos envoltorios, y así, saber que la pastillita de la tensión lleva un altímetro numerado. La de la próstata, un artilugio con la cabeza roja y pelo en los cojones, y así sucesivamente.
Sobre todo, este Vademécum debe estar inspirado para niños. Poco enrevesado y atractivo. Nada de fórmulas de química orgánica, y decir que la glicerina, es un propanotriol, pongo por caso.
Y nada de llamarle por teléfono a nuestra querida Leire Pajín, Ministra de Sanidad para que nos saque de alguna duda, ya que ella no distingue entre los tejidos adiposos de las rebajas y tejidos de sus vestiditos de moda.
Espero y confío en que, estos sucedáneos o sustitutivos no nos acerquen al fin antes de lo que la vida y la naturaleza nos tiene destinado. Qué así sea.
José Pardo Ferrer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario