martes, 8 de noviembre de 2011

DEBATE PERDEDOR.

No anhelaba asistir a una representación que, en tiempo de exacerba mayoritaria los crédulos se incrementan, al fin pudo más mi fisgoneo y me senté ante el televisor. Mi esposa me regañó:
¿No decías que no deseabas ver ese sainete de los hermanos Álvarez Quintero?
Es qué este, no lo he leído. ¡Jamás lo escribieron!
Tras mucha parafernalia, ambos boxeadores subieron al rin con sus vistosas batas y realizando giros de cuello. El árbitro, ya los esperaba, y tras las palabras clásicas de: limpieza, deportividad y nada de golpes bajos, sonó el esperado gong, anunciado el primer asalto.
Se entrechocan los guantes, y comienza el combate, ante la bobalicona mirada de no sé cuántos millones de esperanzados españoles, más uno, un servidor de todos ustedes.
Pronto se vio, que cuándo uno no quiere, dos no se pelean. Y así fue. Una pantomima, de quien no poseía razones, y del otro que no las tenía.
Rajoy, comenzó con cara de meapilas, la que posee siempre, propia y auténtica, y Rubalcaba con más caraduras que un hexaedro.
Rápido les vi a ambos, la iniquidad que exponían. Y con perfidia, los humanos perdurablemente somos quebrantados.
El debate, al fin, acabó sin sangre y sin golpes bajos, Rajoy no deseó fajarse, y se desentendió del combate sabiéndose ganador, lo que equivale a que los españoles seguiremos perdiendo. Al menos, igual que si el ganador, hubiese sido el hexaedro.
Aquí ha perdido España, y los españoles que conformamos el pueblo. Soy muy pesimista sobre el futuro inmediato y a medio plazo de España. La cifra de 5.200.000 parados, hasta ayer, mañana será superior, no augura soluciones para nuestra piel de toro, ni para Europa, y menos siendo demasiados los países involucrados en esta caída libre, pero ninguno, con una tasa de más del 22 % de parados.
No creo capaz, a ninguno de ambos contendientes de acabar con esta lacra ni rebajarla antes de dos años, salvo con una peste bucólica.
Estas, serán las sublimes elecciones de la deserción por parte de la ciudadanía.
Señores políticos: Váyanse todos muy acullá y dejen a España tranquila. Con el ahorro de sus emolumentos, tan escandalosos que son imposibles de escandallar España surgiría adelante, y se acabaría el paro y la rapiña sin tasa.
José Pardo Ferrer.

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