¡CAMINAD ANCIANOS, CAMINAD!
La medicina siempre innovadora, al margen de utilizar los fármacos genéricos, hoy y de momento, tras arduas investigaciones ha llegado a la conclusión de que lo mejor para los ancianos o gente mayor, es caminar, caminar y caminar hasta morir caminando.
No deja de ser un método innovador. Los métodos curativos o paliativos nos alcanzan a través de muchos caminos, y el mejor método para conocer éstos, es caminando por senderos desconocidos y apartados de la civilización. El aire puro, la escopeta de un novato de la caza, o un equívoco paso hacia un barranco, pueden aliviar tus sufrimientos eternamente.
En mi entorno, he visto a ancianos –hoy, ya no los veo– a auténticos esforzados del caminar, ¡y cómo sufrían plenos de decisión y bizarría en busca de la vejez eterna! Por lo visto, o no visto, la deben de haber alcanzado ya que he dejado de vislumbrarlos.
A alguno, veo nuevo en estas lides, con pasos menudos pero plenos de ilusión por sanar sus males, alejarse en demasía del lar suyo o de sus hijos, y perderse o faltarle las fuerzas para lograr alcanzar de nuevo el hogar. Son las consecuencias de ser uno demasiado escrupuloso en el cumplimiento del deber que le demandan los jóvenes familiares y galenos, ajenos éstos, a las fuerzas del anciano para dichos menesteres curativos.
¿Sabrá el médico joven, lo que cuesta una caminata a partir de ciertas edades y con los males a cuestas? Pero, él ha leído o estudiado que caminar cada día un buen trecho, resulta sano y reconfortante y así lo recomienda. Aunque a lo mejor confunden estos jóvenes recién realizado su Juramento Hipocrático, lo reconfortante con lo confortable, placentero, descansado, grato y agradable tanto en verano como en invierno, sentado cómodamente en un buen sillón recién acolchado al lado de la lumbre o con un matamoscas a mano, un libro o periódico debajo de una buena sombra.
¿Se morirá antes, si no camina? Seguramente sí, pero, afortunadamente menos esforzado, sacrificado y torturado pleno de agujetas, y un tanto contrariado y torturado al ver que su esforzado espíritu olímpico no le mejora.
En cada época, la medicina curativa y mucho más la paliativa, saca a relucir cosas novedosas que sesudos de la medicina investigan, y que se contradicen con otros grandes médicos de no hace tantos años. Recién acabada la Guerra Civil, a nadie le recomendaban comer pan con centeno, o lo ponían a dieta y le privaban del pan, de la panceta y del chorizo o los dulces, y a los hombres, tampoco del tabaco. Ni mucho menos a los colilleros, entiéndase a los recogedores de colillas. ¿Qué haría en aquellos años –caso de existir– la señora Leire Pajín?
Tampoco les recomendaban a los enfermos que caminasen, todo lo contrario, les exhortaban a realizar reposo. Tampoco, les hablaban de realizar deportes como el tenis o el golf, ya tenían bastante con la azada, y las largas caminatas por no tener dinero ni para el tranvía.
¿Y, cómo privarles del pan nuestro de cada día? Si resultaba ser, el sueño dorado de los pobres y necesitados, que resultábamos ser casi todos.
Pero hoy, ya veremos mañana con la crisis, nos recomiendan deporte suave a los viejos, más contundente a los jóvenes, mucho gimnasio y largas horas de estancia en los clubes correspondientes, en éstos que el aprieto económico se llevan por delante. Pero lo más común, por económico, es caminar mucho cada día, repartiendo currículos por disímiles empresas en busca de un trabajo que te aporte un pedazo de buen pan, y a ser posible, que dentro lleve un par de longanizas con dos morcillas.
Igualmente, existe el largo camino que recorren a paso lento durante horas, los parados en las colas del INEM diariamente, y nada de colarse pues te hinchan a bofetadas los que te anteceden. Tampoco es mal ejercicio, y con el estómago vacío, como recomiendan los médicos: “Comer poco y sano”.
Sin embargo, la moda actual a la hora de recetar para los galenos, son dos cosas: La dieta mediterránea y caminar, caminar y caminar. En cuanto al comer, esto está cada día más complicado, y por lo tanto más sencillo de realizar. ¡Y, caminar, vaya si caminamos…aunque cada día más jodidos!
José Pardo Ferrer.
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